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Samuel Beckett bajo un prisma fractal. Por Tostadora y Egeria

Samuel Beckett bajo un prisma fractal. Por Tostadora y Egeria

El segundo refrito de esta serie es también un post que Egeria y yo elaboramos para el blog de Javier Sampedro. Éste había preguntado en su columna que cuáles eran los pensamientos y ensoñaciones de Samuel Beckett en la foto de la contraportada de “El País” el día anterior.                                                

La foto acompañaba un artículo de Manuel Vicent que comenzaba con la frase "Samuel Beckett nació en Viernes Santo y murió el dia de Navidad" y en el que se relataban diversos aspectos de la vida del escritor irlandés. Por ejemplo, después de estrenar “Esperando a Godot” –una obra de teatro que gira en torno a la espera de alguien llamado Godot pero que nunca aparece- todo el mundo le preguntaba a Beckett que quién era realmente ese tal Godot. El respondía que, si lo hubiera sabido alguna vez, lo habría plasmado en la obra. También hace Vicent referencia a que cuando él era joven se encontro al célebre escritor saliendo de un café de París y se le quedó mirando sin atreverse, siquiera, a acercarse. Y por último, otro episodio reseñable tiene que ver con uno de los diálogos escritos por Beckett que decía (más o menos) asi: 

Cliente: ¿Dios tardó siete días en crear el mundo y usted necesitó seis meses para terminar estos pantalones? 

Sastre: Bien, pues observe como va el mundo y ahora vea lo bien que le quedan mis pantalones. 

Pues de estos mimbres, el siguiente cesto, hecho al alimón: 

“Beckett dio el último sorbo a su taza de café y se dispuso a pagar la cuenta.  El camarero le reconoció y le dijo que estaba invitado. “En el Café Deux Magots no se cobra a los premios Nóbel”. El escritor sonrió. No solían reconocerle y menos en esa zona de París que no frecuentaba si no era realmente necesario. Cuando salió vio a un joven que le miraba fijamente. Beckett apartó la mirada. Ya llegaba tarde para hacerse el reportaje y sospechaba que, si se demoraba los segundos suficientes, aquel chico le asaltaría. 

En el coche, un dos caballos que utilizaba para mimetizarse con el ambiente parisino, empezó a albergar una sensación inquietante. Aquel gesto silencioso del joven, sin estridencias, con los ojos entornándose ante él como muestra de respeto, sin utilizar realmente la vista, escrutándole con el alma. Se sintió como una semilla. Como el patrón de un fractal, inculcando al chico una parte de él con su forma, una forma que puede florecer hasta el infinito. Que seguirá floreciendo después del silencio. 

Llegó al parque y se encontró con el fotógrafo. Seguía turbado. El fotógrafo le pidió que pasease por la arboleda hasta llegar a un punto concreto. Comenzó a andar con la mente en blanco. Ahora no podía pensar en nada. No sabía por qué, pero en ese momento tampoco le importó. De pronto tuvo un deja vú. Pero no era uno al uso. En referencia a que no era una sensación que se repitiera desde el pasado sino la semilla del fractal habiendo germinado en el futuro. Eran palabras, “Samuel Beckett nació en Viernes Santo y murió el día de Navidad…” Levantó la cabeza, mirando al chico. Ya no era joven. Había perdido parte del cabello y su piel presentaba las manchas de la madurez, pero su rostro no había cambiado. Era la misma mirada. 

Días después, sentado en un café, vio una de aquellas fotografías publicadas y le extrañó el gesto que presentaba en ella. Y recordó aquel momento. El momento en el que algo cobró sentido dentro del absurdo. El instante en el que el fractal había germinado. Y comprendió que no se encontraba solo en aquel paseo. Que el espacio que había a su lado estaba ocupado por aquella rama del fractal. Se dio cuenta de que aquel chico era un sastre, un tejedor que guardó su patrón para, 22 años después, confeccionar un traje para el resto de la eternidad. 

Al fin supo quien era Godot.”   

1 comentario

Sideriä -

Me habéis vuelto a obligar a "remirarme" la Cultura. Perdonad pero de Samuel Beckett no conocía mucho, salvo los tres detalles más difundidos. No me gusta hablar sin saber de lo que hablo y, por esta razón, no he comentado nada hasta ahora. Sin embargo, he estado leyendo algo sobre la biografía, obra y fragmentos de algunos libros del autor. Comentar la foto me parece un ejercicio de lectura radicalmente acertado. No he visto una persona cuyo físico (y apariencia en todas las demás fotos que he visto de él) determine más -o al revés- lo que fue su vida y lo que hizo de su obra.
Me ha extrañado que sea representante del teatro del absurdo, aunque, pensándolo mejor, ¿qué le queda, al final, a un existencialista drástico?
Eso es lo que creo que muestra su foto: a una persona MARCADA por la vida y sus ideas, sus interrogantes -sólo hay que observar la cruz de su entrecejo, los profundísimos surcos en su cara y esa mirada, llena de dureza y dolor, obligando a cuestionar-.Son las marcas de la vida, lo que veo al mirarlo, y me asusta, me inquieta...