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Siglo III a.C: Una Roma feliz. Cáp. II de III. Por Tostadora

Siglo III a.C: Una Roma feliz. Cáp. II de III. Por Tostadora

         Conversaciones como la del capítulo I o muchas parecidas debieron tener lugar en Roma en 216 a.C. Pero permitidme que antes de continuar con el diálogo entre Publio y Graco –personajes totalmente ficticios- os ponga un poco en situación…

          Los conflictos entre romanos y cartagineses se remontan como mínimo al año 264 a.C, fecha de la Primera Guerra Púnica. En aquella época es cuando Roma comenzaba a comprobar los beneficios de la guerra. La famosa “pax romana” siempre supuso una utopía en un pueblo –luego un imperio-  cuyo principal motor de la sociedad, y prácticamente el único, era la guerra. Cada vez que Roma entraba en combate, un enorme número de recursos se movilizaban. Pero no penséis que al igual que en los demás pueblos e imperios de la época. No. La única posibilidad para Roma era ganar la guerra. No había una segunda opción, ni un plan B, ni una alternativa. La guerra se ganaba, y punto. Tan sencillo como eso. Como no se permitían otra cosa, su sociedad se estructuraba de forma que permitiese guerras costosísimas durante años y años sin que la economía se resintiese especialmente.  

          Por ejemplo, el servicio militar duraba 20 años, con posibilidad de renovar el contrato, a su término, por otros 20. ¿Por qué? Supongamos que un joven de 18 años decide dedicarse al noble arte del ejercicio militar. Él sale de su casa un soleado día de primavera, coge su petate, se despide de su padre, de su madre y de los 18 dioses inventados por la familia cuyas figuritas están colocadas al lado de puerta. Dirige sus pasos hacia el cuartel más próximo y pregunta al guardia que custodia la puerta dónde puede alistarse. Siguiendo sus instrucciones, se acerca a una cola esperando su turno para decirle su nombre –pongamos… ¿Obdulio Augusto?- a una especie de funcionario. ¿Ave, que desea? Alistarme como legionario, ¿Nombre? Obdulio Augusto, ¿Edad? 18 años, De acuerdo, pase al fondo a la izquierda al vestuario y cámbiese, Oh, si claro, pero… ¿podría decirme contra quién guerreamos hoy? Pues hoy toca contra Cartago, chico, ¿Y cuál es el motivo de la disputa? Pues la Manzana de la Discordia, ¿Cómo? Sicilia chico, Sicilia, ¡Ah, Sicilia!

          Pues el chico se iba a guerrear contra los cartagineses para conseguir los territorios de la Manzana de la Discordia –así llamada en referencia a la de enfrentamientos que la islita de marras ha provocado durante siglos- excelentemente adiestrado. Durante esos años de batallas, los romanos iban haciendo prisioneros –no siempre, porque a ellos lo que de verdad les ponía era exterminar-, y esos prisioneros se convertían en esclavos, y los esclavos eran enviados a Roma. ¿Y que hacían en Roma? Pues de todo, pero principalmente trabajar.

          Han pasado unos cuantos años, la guerra púnica ha terminado, y he aquí a nuestro héroe, el -ahora- Decurión Obdulio Augusto, que vuelve a su hogar, Roma, la ciudad más poderosa del universo, después de zurrarle la badana –¿que demonios significará eso?- a los cartagineses. Pero cuál es su asombro cuando descubre que en su ciudad, su casa, habita esa raza a la que ha aprendido a despreciar durante los años de servicio militar. ¿Cómo? ¿Qué ahora tengo que convivir con estos esclavos, con esta raza, que nuestro ejército ha demostrado sobradamente que no es comparable a la nuestra, la romana? Bueno, al menos podré escupirles en la cara cada vez que me venga en gana.

          Y es en este momento cuando descubrimos cómo Roma se ha convertido en la mayor maquinaria de guerra jamás conocida. Ahora mismo, Obdulio Augusto, cuenta con que todavía pertenece a la Legión. Tiene un trabajo remunerado, y lo seguirá tenido durante mucho tiempo hasta que se retire, momento en el cual el estado le proporcionará una pensión vitalicia –se solía dar en forma de tierras- con la que pasará el resto de sus romanos días… (Esto se puede ver en "Astérix y el regalo del César").

          ¿Cómo, que no habéis entendido por qué Roma se ha convertido en la mayor potencia militar de todo el mundo antiguo? Pensad… pensad en cualquier guerrero del mundo antiguo: en un íbero, en un celta, en un seleúcida… Cuando uno de éstos cazurros vuelve a casa después de guerrear durante unos años pues se tiene que buscar las habichuelas como buenamente pueda. Como agricultor, ganadero o herrero, o trabaja o no come. Imaginaos que nuestro Obdulio vuelve sin su futuro laboral despejado como ahora. Llega a Roma y la guerra ha sido victoriosa –como siempre-, por lo que cantidades ingentes y obscenas de esclavos aran las tierras romanas, las cultivan, crían los carneros y matan a los cerdos, amamantan a los bebes romanos y hacen lo propio con sus padres, se matan en los juegos circenses, hacen las compras de sus amos… Y lo mejor de todo ¡GRATIS!

          ¿A dónde va a parar Obdulio? Pues al paro… a vivir como buenamente pueda. Porque por muy patrióticos que fueran los romanos, si tienen mano de obra gratis no van a despreciarla por contratar a un romano de pro. ¿Qué supondría esto? Pues dejar de hacer prisioneros para luego utilizarlos como esclavos, aunque sean una magnífica mano de obra, para evitar la regresión en todos los aspectos que ocasionaría el hecho de que la gran mayoría de los hombres jóvenes del imperio se muriera de hambre. Porque si los esclavos siguen aumentando, la población en edad de procrear disminuirá debido a la precaria situación económica que sufrirían al no poder competir con los extranjeros para cpnseguir un trabajo, la natalidad bajaría entonces, provocando un retroceso en la población que a su vez desencadenaría en un envejecimiento progresivo de la sociedad  y en una crisis de proporciones colosales que abocaría a la desaparición del pueblo romano.

         ¿Pero cómo despreciar las virtudes de la esclavitud ahora? Ya nos hemos acostumbrado, dirán los romanos. Nos hacen la vida muy fácil y agradable y, además, no hablemos del juego que dan en la alcoba…. Por esto los romanos comenzaron a componer una sociedad basada en la esclavitud, donde ésta se dedicaría a hacer todo aquello que a un romano no le apetece (¿No os recuerdan a los entrañables Épsilon de Huxley?). ¿Cómo conseguimos los esclavos? Pues guerreando. ¿Y quienes guerrearán? Pues los jóvenes que no provengan de una familia rica –es decir, la gran mayoría-, porque los ricos ponen el dinero para la guerra.

         Después de esto, nos queda así la sociedad: Una élite basada en la riqueza que gobierna y legisla sobre el resto y que se dedica a vivir la vida, a patrocinar guerras y a recibir réditos muy superiores a lo invertido, un gran número de esclavos que mantiene en funcionamiento un imperio cada vez más grande, y millones de hombres jóvenes que se dedican a conquistar el mundo en nombre de Roma, consiguiendo más esclavos para unas fronteras cada vez mayores. Es un círculo vicioso perfecto (O un círculo virtuoso como diría Laporta). La gran cantidad de esclavos permite que haya un gran número de ciudadanos sin nada mejor que hacer que alistarse al ejército. Las vastas legiones romanas proporcionan numerosas victorias, riquezas y –lo más importante- esclavos que retroalimentan el sistema. Un sistema perfecto que conforme más crezca, más infalible será. Un imperio indestructible, al que solo un loco podría osar enfrentarse de tu a tu. 

         Pues es aquí donde entra Aníbal Barca…      

3 comentarios

quiza -

Aunque queda fuera del post esta organizacion general del imperio de una causa mas a su estancamiento y caida: se paro la conquista de nuevas tierras.
Quiero añadir un detalle al interesante post: las tierras que recibian los soldados al licenciarse estaban en el culo del mundo, normalmente junto a el campamento legionario. Eso formaba un tejido social fuertemente leal a Roma y el hecho de que los nativos desafectos fuesen matados, esclavizados o desterrados terminaba por lograr que extensos territorios fuesen realmente leales a Roma.

Tostadora -

Bueno, normalmente el que suele adoptar el papel de cartaginés casi nunca gana, pero eso ya lo explicaré en el tercer capítulo...
Además la forma que tienen este tipo de imperios superpoderosos de solucionar los conflictos es "yo no gano, pero tú tampoco y a ver quien sobrevive aquí". Lo que lleva la guerra al campo del que tenga más potencia económica para aguantar largos años de enfrentamientos. Al final, uno de los dos imperios desaparece y el otro sobrevive a duras penas.

Peter Seller -

Si es que en todas las épocas ocurre lo mismo....¡hijo trabaja "pal estao" que nunca quiebra! Y claro, el estado nunca quiebra, el que te quiebras eres tú para el estado.
Eso deben pensar los yankis : "Si seguimos el modelo romano..." y claro hasta ahora no le han ido tan mal, pero como todo en esta vida está sujeto a la ley de la gravedad, todo lo que sube, baja (sin premio) y desde hace unos años ya tienen a su propio cartaginés dándoles por saco. Solo espero que éste cartaginés no gane la batalla, pero esto ya es otra historia.